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EDITORIAL

Por Judith Crocker

¿Por qué Estados Unidos no ha tenido un sistema de inmigración justo y equitativo?

Esa es una pregunta profunda y muy relevante. Algunas razones clave por las que Estados Unidos no ha logrado establecer un sistema de inmigración considerado justo y equitativo son las siguientes:

1. Sistema desactualizado.

Las leyes migratorias actuales de EE.UU. tienen décadas de antigüedad (muchas datan de 1965 y 1990) y no se han modernizado para responder a las realidades actuales: crisis humanitarias, cambios en el mercado laboral, globalización, ni los efectos del cambio climático.

2. Polarización política.

El tema migratorio está altamente politizado. Los partidos (Demócrata y Republicano) tienen posturas muy distintas, y aunque en general reconocen que el sistema necesita reforma, no logran acuerdos porque el tema se usa como arma política en campañas, especialmente entre los republicanos que lo usan como arma porque muchos de sus partidarios se oponen a la inmigración.

3. Procesos lentos y burocráticos.

Los tiempos de espera para obtener visas, asilo, residencia o ciudadanía son extremadamente largos, incluso décadas en algunos casos. Esto genera desigualdad: solo quienes tienen recursos legales y económicos pueden navegar por el sistema. Esto solo puede empeorar ahora que las tarifas de inmigración se han incrementado drásticamente recientemente en virtud de la legislación promulgada el 4 de julio de 2025.

4. Desigualdad según origen y nivel socioeconómico.

El acceso a visas o programas depende en gran parte del país de origen, nivel educativo, situación económica o conexiones familiares. Un científico europeo tiene muchas más facilidades que un campesino centroamericano huyendo de la violencia. Esto es particularmente cierto para los mexicanos. Un ciudadano mexicano-estadounidense que desee presentar una petición para traer a un hermano o hermana a este país debe hacer que se presente en una línea que dura décadas, a veces más que su esperanza de vida proyectada. Teniendo en cuenta que México es uno de los dos únicos países que comparte una frontera terrestre con los EE. UU., y que una porción sustancial del territorio estadounidense, incluidos los estados de California, Nevada y Utah, junto con partes de Colorado, Wyoming, Kansas, Oklahoma, Arizona y Texas, así como todo Nuevo México alguna vez fueron parte del Viejo México a principios del siglo XIX, los ciudadanos estadounidenses deberían buscar soluciones que brinden continuamente formas de mejorar el sistema teniendo a México en primer lugar.

5. Falta de vías legales para migrantes esenciales

Aunque EE.UU. depende de millones de trabajadores inmigrantes en agricultura, construcción, cuidado de personas, etc., no existen suficientes vías legales y estables para estos trabajadores. Esto empuja a muchos a migrar de forma irregular.

6. Enfoque punitivo, no humanitario.

La política migratoria se ha centrado mucho en detenciones, deportaciones y muros, en lugar de invertir en programas de integración, refugio o cooperación con los países de origen para atacar las causas de raíz de la migración.

7. Herencia histórica de discriminación.

Desde sus inicios, la política migratoria de EE.UU. ha favorecido a ciertos grupos (europeos blancos, especialmente de los países del norte de Europa, Inglaterra, Alemania y Noruega, que constituyen gran parte de la composición étnica de las personas que viven en los estados del norte y el medio oeste de Estados Unidos) y discriminado a otros (asiáticos, africanos, latinoamericanos). Aunque las leyes han cambiado, quedan huellas de estas desigualdades.

En resumen:

No es solo falta de voluntad política, sino también un sistema atrapado en viejas leyes, prejuicios históricos, desigualdad global y una visión de seguridad en vez de humanidad. Para lograr algo más justo y equitativo, EE.UU. tendría que hacer una reforma migratoria profunda y valiente.

 
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