top of page

DESDE MI VENTANA

Por Mercedes Moresco

Madrid era una fiesta

Hace un par de semanas estuve en Madrid, a propósito de la 84.ª Feria del Libro que se celebraba en el Parque del Retiro, en pleno centro de la ciudad. Mi presencia allí era íntima y personal: apoyar la promoción de mi libro de poesía, Pétalos negros , fi rmando ejemplares en la caseta de la editorial Valparaíso.

Nunca antes había estado en esa Feria, y debo decir que quedé asombrada por la cantidad de gente que todas las mañanas y las tardes, daba vueltas por esos pasillos al aire libre, curioseando las novedades editoriales, disfrutando de ese placer que es la lectura.

Pero el ambiente de la Feria no solo se sentía en el predio. También estaba afuera, especialmente en otras plazas o esquinas importantes de la ciudad, donde Penguin Random House colocó 26 bancos con forma de libros, como una iniciativa para fomentar la lectura.

A todo lo largo de la calle principal de la Feria, además de las casetas, se dispusieron salas con aire acondicionado y vidrio transparente donde se celebraban conferencias, breves obras de teatro, recitales de poesía y música. Abiertos al público en general, estos salones invitaban a escuchar discusiones interesantes,  gozar  de  espectáculos breves para todas las edades , actividades creativas y s i empre relacionadas con la literatura.

Es ya costumbre que muchas ferias del libro en Iberoamérica elijan una ciudad invitada y se organicen eventos culturales relacionados con ella. Este año le tocó el turno a Nueva York. Así que algunas editoriales dieron espacio para que autores americanos tuvieran su lugar también, con traductores simultáneos para los invitados de honor.

Como sabrán los lectores que conocen España, la hora de la siesta es casi sagrada allí. Los negocios cierran y la gente descansa, especialmente en esas horas en que el sol pega tan fuerte que una tiene la sensación de estar horneándose cual pan casero. Y si bien en plena city madrileña los negocios siguen abiertos, la feria cerraba entre las 2 y las 5 de la tarde, para luego continuar abierta hasta las 10 de la noche, hora en que, recién, comenzaba a oscurecer.

Para mí fue una fiesta estar en Madrid firmando ejemplares de mi libro. Toda una experiencia tener la oportunidad de conversar con lectores que aprecian la poesía. Y el broche de oro lo tuve cuando, paseando por la feria, vi en una caseta a una de mis escritoras favoritas, Rosa Montero, que me firmó su libro El peligro de estar cuerda, un ensayo interesantísimo sobre el proceso creativo.

 

Esa fue mi semana en Madrid. Volví con la valija pesada y el corazón contento de haber podido celebrar mi actividad favorita como se lo merece: en la Fiesta del Libro de Madrid.

DSC_0046_2 (1).jpg

Mercedes Moresco

bottom of page