top of page

Desde mi Ventana

por Mercedes Moresco

La hispanidad de nuestro idioma

Entre septiembre y octubre en Estados Unidos se celebra el Mes de la Hispanidad. 
Yo soy argentina. Hace veinte años que llegué con mi familia a vivir aquí. Gracias a eso hoy me reconozco hispana.
No es que antes no lo fuera. Simplemente no había tenido en cuenta hasta qué punto yo formaba parte de Latinoamérica. 
Hay algo en la identidad del hispanoamericano que no es tan fácil de precisar. Por el contrario, es muy simple decir: soy colombiano, guatemalteco, chileno, si me refiero al lugar donde nací. Pero el hecho de ser parte de una hispanidad, eso lo aprendemos cuando dejamos nuestros países, cuando emigramos, cuando nos unimos en otra tierra y bajo otra bandera, pero junto a un mismo idioma: el español.
No siempre es sencillo. El mismo idioma también nos distancia. Las variedades regionales y dialectales que cada uno cree únicas y válidas, no lo son para otros. Yo no sabía qué era un esfero hasta que una colombiana me pidió una lapicera, o un bolígrafo. Y uno cae en el error de pensar, sino decir, “que así no se dice, que no es correcto, que lapicera es lapicera y esfero qué sé yo, y mejor buscar la palabra en el diccionario porque la Real Academia de España nos dirá qué voces están aprobadas y cuáles no.” 
La situación empeora en las escuelas, cuando los maestros de español, o el corrector electrónico, tachan de incorrectos algunos regionalismos. Y los chicos vuelven a la casa furiosos diciendo que ese maestro no sabe nada y que él puso ananá y era piña y por eso le bajaron puntos en el examen.
Calma. Ante todo, calma. América es tan grande, y ha sido habitada por civilizaciones y culturas tan distintas, que aun tenemos que aprender a respetarlas. No hay una mejor que otra, no hay una correcta y otra correcta. Todas son válidas. 
Muchas veces he escuchado decir: “qué mal hablan los cubanos”, o “no le entiendo nada a ese puertorriqueño” o también “en Colombia se habla un buen español”. ¿Qué quiere decir esto? Que no estamos respetando las variedades lingüísticas de cada zona de nuestra América, que no aceptamos nuestras diferencias, que algunos se creen superiores a otros y que en general, hace falta conocer más el maravilloso idioma español y ante todo, respetarlo en su diversidad. No hay un español mejor que otro. Hay personas más educadas que otras. Pero eso no depende del país sino de uno mismo. De las ganas de aprender, en cualquier lugar y a cualquier edad. Del espíritu lúdico de cada uno, de nuestra flexibilidad y ante todo, del deseo de llamarnos con el nombre del idioma que hablamos: hispanos.

bottom of page