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ENTRE COMILLAS

Por Ernesto Morales Alpizar

LAS ESTADISTICAS

Tengo, como supongo que muchos de ustedes también, una gran preocupación por lo que está ocurriendo actualmente en el mundo. Pero, para no divagar en torno al tema, en este artículo me referiré sólo a los conflictos de cierta envergadura, aunque no quiero decir que las víctimas de los pequeños trances no sean importantes, al contrario. En este tema todos lo son.

Las guerras son un desastre en todos los tiempos y en todas partes: una vergüenza para la sociedad, una especie de estupidez de la humanidad en su conjunto que, tal parece, que no puede dirimir sus diferencias de opinión en una conversación pacífica, mientras tampoco puede dilucidar sus ambiciones territoriales o sus puntos de vista contrarios en temas tan escabrosos como la religión o la política, y que, para infortunio de todos, no pueden escapar a las garras del ego personal de los dirigentes de los gobiernos del planeta.

Trataré de tomar en cuenta las épocas en que se vivieron los acontecimientos a los que haré referencia. Por ejemplo:

La Primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918, donde las estadísticas reflejan unos 40 millones de bajas, entre militares y civiles, con alrededor de 23 millones de militares heridos.  

La Segunda Guerra Mundial de 1939 a 1945 en la cual se calcula un total de muertes de entre 70 y 80 millones de seres humanos, de los cuales de 20 a 25 millones eran militares y de 40 a 50 millones, civiles. A esto sumamos que el holocausto registró unos 6 millones de judíos asesinados.

La Guerra de Corea se produjo de 1950 a 1953, y fue un conflicto devastador. Alrededor de 3 millones de personas murieron o se declararon desaparecidas, la mayor parte civiles, y se le tiene como una de las más sangrientas del siglo XX.

La Guerra de Vietnam, de 1955 a 1975, resultó en la muerte de unos 2 millones de civiles vietnamitas y alrededor de 1.1 millones de combatientes norvietnamitas y del Viet Cong. Además, se estima que murieron entre 200,000 y 250,000 soldados survietnamitas y 58,300 soldados estadounidenses. También otros países del área sufrieron pérdidas considerables.

La Guerra de Irak del 2003 al 2011 produjo unos 4,492 militares norteamericanos muertos en combate y más de 32,292 heridos, según datos del Departamento de Defensa. Además, se estima que aproximadamente 200,000 civiles iraquíes murieron como resultado del conflicto. Se calcula que la guerra se saldó finalmente con un millón de muertos y casi dos millones de heridos.

La Guerra de Afganistán del 2001 al 2021 dejó 2,459 militares estadounidenses muertos en combate y unos 20,769 heridos. Fue una confrontación larga y terrible, con ríos de sangre a todas horas por toda la región.

La Guerra de Rusia y Ucrania, motivada por la invasión anexionista que llevó a cabo Rusia el 24 de febrero de 2022 como una escalada de la crisis bélica que comenzó tras los sucesos del Euromaidán en 2014. Según expertos, esta conflagración se trata del mayor conflicto militar convencional en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, cuya cifra de víctimas es imprecisa, aunque estimaciones dan por hecho bajas por más de 250 mil soldados por parte de Rusia y unos cien mil por parte de Ucrania. A esto podríamos sumar que más de 7 millones de ucranianos han abandonado el país y otros siete millones se han desplazado internamente. Todo esto, aparte del significativo daño ambiental en el área que ha hecho que peligre la distribución de alimentos en el país y zonas aledañas con sus consiguientes nefastos resultados.

La Guerra Israel-Gaza es una confrontación provocada por un ataque del grupo terrorista Hamas contra civiles israelíes el 7 de octubre y tenía un triple objetivo: acabar con el mito de la superioridad de Israel; situar de nuevo a Palestina en la agenda política; y producir una respuesta exagerada que diera motivos para que la comunidad internacional criticara a los israelíes. Valga decir que ambos países vienen enfrentándose desde principios del siglo XX, exactamente desde 1917, cuando el gobierno británico, a través de la Declaración de Balfour, apoyó el establecimiento de un “hogar” para el pueblo judío en la región de Palestina, que en ese momento formaba parte del Imperio Otomano.

Según cifras oficiales, hasta finales de junio de 2025, más de 56 077 palestinos y 1706 israelíes habían muerto en la confrontación bélica, descritas como un genocidio por distintas organizaciones internacionales.​ Se cree que hay miles de cadáveres más bajo los escombros de los edificios destruidos y, según estudios académicos el 80 % de los palestinos muertos son civiles: el 70 % en edificios residenciales eran mujeres y niños. Una debacle extraordinaria. Una guerra de exterminio que coloca a los indefensos al borde de la muerte. Patético.

En total, la pérdida de seres humanos por litigios políticos, religiosos, territoriales, golpes de estado, dictaduras, tiranías, terroristas y otras causas en el siglo XX y principios del XXI, ascienden a cientos de millones, sin contar otras disputas bélicas en regiones recónditas del planeta ―más de 90 reyertas de distintos matices e importancia― de las cuales es prácticamente imposible obtener estadísticas confiables de su desempeño.

Tampoco he incluido en este trabajo las muertes infligidas en tiempos remotos entre Neandertales y Homo Sapiens, cuando la humanidad estaba en sus albores y la lucha se establecía con total entrega por la hegemonía simple de unos sobre otros, sin tener en cuenta posibilidades geográficas, históricas, egos, políticas o religiones.

Miles de años después surgieron los primeros encontronazos entre musulmanes, cristianos y otras múltiples religiones que no militaban con sus criterios. Y para no abundar en terrenos pisoteados una y otra vez, bástenos saber que la famosa Yihad o Guerra Islámica contra todos aquellos credos irreverentes respecto a sus puntos de vista, dejó saldos de cientos de miles de víctimas fatales, por no decir millones.

Sin embargo, estas colisiones culturales se equilibraron con el paso del tiempo y los cristianos organizaron un poderosísimo ejército de fieles fanáticos, lo que dio vida a lo que se conoce como Las Cruzadas, una serie de campañas militares religiosas emprendidas durante la Edad Media, principalmente entre los siglos XI y XIII, con el objetivo de recuperar Tierra Santa del dominio musulmán. Todos saben que aquellas campañas dejaron a su paso la friolera de decenas de millones de muertos.

En línea con el tema toca el turno a los colonialistas que asolaron las zonas más pobres y humildes del planeta: Gran Bretaña, España, Francia y Portugal, entre otras potencias de entonces, masacraron sin piedad a los indígenas de las tierras que arrasaban en África, Asía, América Latina, Suramérica, El Caribe, y una etcétera para todos los gustos, con sus tropas infinitamente superiores mucho mejor pertrechadas que los autóctonos locales, dejando en el camino cientos de millones de víctimas fatales.

Entonces, cuando hacemos un repaso simple de la historia, nos percatamos de que la frase popularizada por el filósofo inglés Thomas Hobbes en el siglo XVII: “el hombre es el lobo del hombre”, se queda corta cuando la comparamos con la cruda realidad que le ha tocado vivir a una multitudinaria población del globo que, para infortunio nuestro, nos hace testigos de las masacres a las que fueron sometidas en distintas épocas.

Entonces, se me ocurre preguntar: ¿hasta cuándo seguirán muriendo jóvenes soldados, reclutados por sus gobiernos, mientras los líderes ―adultos mayores― que provocan los enfrentamientos en atención a sus caprichos quedan a salvo en la retaguardia? ¿Hasta cuándo seguirán muriendo inocentes: mujeres, niños y ancianos que no tienen la culpa de nada y se ven acorralados por las crisis que viven sus respectivos países? ¿Hasta cuándo se cernirá sobre todos nosotros el peligro de una conflagración belicista en nuestro propio territorio que nos involucre y extermine? ¡¿Hasta cuándo?!

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Ernesto Morales

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