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DESDE ARGENTINA

Por Carlos Madama - Buenos Aires, Argentina.

Madres superpoderosas

La madre se levanta de su cama con los primeros rayos del sol que se meten intrusos por medio de las cortinas mal cerradas de su habitación. Aún en la cama y  en un rápido ayudamemoria organiza su vida y la de sus hijos, que duermen plácidos ahí nomás de su voluntad. “Todavía es temprano” piensa y en la primera señal de amor del día, reza por ellos y por la dicha de amanecer nuevamente junto a las personas que ama.

En un rapto de la generosidad que le sobra, camina hasta la vida de sus descendientes más amados, los acaricia, les acomoda las sábanas que parecían haber perdido la batalla contra la noche, sonríe por enésima vez y encara plácida y displicentemente al nuevo día de su rol de madre superpoderosa.

Honore de Balzac dijo alguna vez “El corazón de una madre es un abismo profundo en cuyo fondo siempre encontrarás el perdón” y esa sea tal vez la frase más elocuente dentro de la historia que tiene a las madres como protagonistas absolutas del crecimiento de quienes serán los “dueños” de un mundo que se viene cada más más moderno y revolucionario. El derecho de poder equivocarse de los niños contemplado dentro de los permitidos de una vida arrolladora que van conociendo día a día, hora a hora.

Siempre e irremediablemente, todos saludamos a nuestras madres una vez al año, cuando el caprichoso almanaque se pinta de colorado y nos recuerda que es el “Día de la Madre”, injusticia hereditaria y totalmente desmerecida. ¿Y los demás días qué? ¿O acaso las madres se desviven por nosotros una vez dentro de los 365 días que dura el año?

Ese día los portales de internet se llenan de frases y elogios, cada uno de los cibernautas escribe en sus redes frases hermosas y elogios traídos de sus mentes rebuscadas o copiadas de quién sabe dónde. Los menos, ´publican “memes” pseudo graciosos o sacuden su modorra publicando una flor simbólica como si fuera suficiente para agradecer a quienes hicieron posible que sus vidas fueran vida.

La lógica debería entender que las cosas están al revés. La frase hecha que dice “El día de las madres es todos los días” debería dejar de ser una frase dicha al viento e institucionalizarse para que las efemérides tengan el valor que se merecen. 

La madre no es madre un solo día. El trabajo cotidiano que no se paga y que valoriza aún más su gestión, empieza con el primer párrafo de este artículo y termina cuando las estrellas empiezan a poblar el cielo que paradójicamente se merecen. En el medio pasan muchísimas cosas, como por ejemplo el desayuno, el almuerzo, el médico,  la escuela, las prácticas deportivas, la iglesia, los paseos, la cena  y un sinnúmero de hechos cotidianos que se renuevan en cada mañana, haya sol o haya lluvia, haga calor o haga frío.

Tal vez por todas estas cosas y otras tantas que hayan quedado atoradas en el teclado caprichoso de una computadora, es que el homenaje a las madres debería ser eterno. Estén o no estén con nosotros. En el primero de  los casos para adorarlas y valorarlas por lo que representan para la familia y para el mundo y en el segundo caso para lo mismo: adorarlas y valorarlas por lo que fueron mientras tuvimos la dicha y la buenaventura de tenerlas con nosotros. 

Por todo esto, no esperemos hasta dentro de un año para reconocerlas. Abracémoslas y digámosles “Te quiero” todos los días, sin siquiera darles explicación alguna, ellas sabrán de qué se trata.

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Carlos Madama

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