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DESDE ARGENTINA

Por Carlos Madama - Buenos Aires, Argentina.

EL AÑO DEL “TAL VEZ”

Un nuevo almanaque arranca vacío de cruces y de expectativas. Todo está limpio, cada uno de los 365 días espera citas, compromisos, recordatorios de cumpleaños y hasta el dibujo de un corazón que rememore el aniversario con la persona amada. 

Nada de repetir lo malo ni de augurar lo divino, simplemente entregarse al destino que seguramente nos tiene preparada una nueva sorpresa cada día. Dicen que lo ideal en este tipo de vida que nos regaló Dios, es esperanzarse cada día y que más allá de los resultados o del logro de los objetivos, contentarse con el momento y volver a esperanzarse nuevamente, hasta que deje de ser necesario para el corazón. Blaise Pascal, matemático, filósofo y físico francés, sostenía que “El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas y que es precisamente eso lo que lo sostiene”. 

Verdad, mentira o frase célebre a secas, lo cierto es que llegaríamos al punto de cualquier persona de querer ser pájaro y volar hasta el punto más recóndito de la vida, incluso hasta el interior de uno mismo y poder mirar desde una óptica distinta cada uno de los “Tal vez” que se van a ir presentando de aquí en más. Lo ideal (que lógicamente no existe) sería comprar boletos de ida a aquel lugar inédito que nunca nadie visitó ni visitará; sorprenderse con los paisajes y hacer de cuenta que ese lugar fue hecho especialmente para uno. Cerrar los ojos por unos minutos y que al abrirlos haya más colores que los de hace un rato y contarlos y coleccionarlos y llevárselos en la maleta aunque nos cobren sobrepeso. 

Tal vez desde ese maravilloso y mágico lugar, podamos darnos cuenta que todavía es posible conquistar mundos y mujeres o hombres apasionados; o llegar al bienaventurado cielo que seguramente tendrá un lugar reservado para nosotros por aquello de habernos portado más o menos bien. 

Tal vez podamos desde allí encontrar el final del laberinto de espejos y dejar de chocar con las oscuridades que se nos irán presentando sin que ni siquiera las busquemos o sí; y también, sin dudarlo, podremos olvidarnos de los silencios que nos vimos obligados a realizar por aquellas cuestiones de qué dirán los demás. Actitudes egoístas y desencadenantes de dolor de barriga y de conciencia. 

El año del “Tal vez” es la ilusión y el génesis de todo lo que queremos que salga bien. Es la búsqueda constante de las sonrisas propias y ajenas y de los suspiros prolongados que nos dejen exhautos y satisfechos a la vez. Porque en definitiva ¿Quién puede negarse a imaginar lo imposible? ¿Quién puede impedirnos ir a dormir e ir ya con un sueño premeditado y gozoso? Dicen aquellos que ocultan tan bien las mentiras que hasta se convierten en verdades, que hay un señor que camina, camina y camina. 

Hay días que lo hace hasta la lluvia de noviembre, otros hasta la mayor de sus ilusiones y otras, las menos, hasta el final de sus sueños.

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Carlos Madama

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