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Mujer Nueva

Por Noris Capin

A pesar 
de todo, 
la familia…

Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo,  ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.
 
 Juan 16:33

Me pongo a pensar en las situaciones difíciles de la vida, y me viene a la mente las guerras que están aconteciendo en estos momentos: el destroce, la pérdida de seres humanos, las familias que se han quedado sin hogar y sin alimentos. Esta situación que se asemeja al desgaste completo del ser, del buen sentir del ser humano, tiene que ver con la desviación completa de la rutina de la vida y las costumbres de cada cual. ¡Estamos hablando de las pérdidas de vida! Que las guerras han sido siempre igual a las otras guerras antepasadas, sin embargo, duelen, duelen mucho.
Si alguien intentara desencaminar mi vida, mi ruta y mis costumbres, sería como un asalto o una embestida a la vida íntima del ser que, de por sí, es la imagen y semejanza de Dios. 
Este escenario de las infames guerras me tiene en un estado de profunda aprensión, al ver todos los estragos y ruinas, las destrucciones y las desgracias que estoy observando a través de las noticias, al igual que todas ustedes, ¿Cierto? Es alarmante para mi observar los secuestros y las muertes de personas inocentes, a los niños, y a los ciudadanos de la tercera edad siendo abusados y exterminados viendo que nadie le pone fin a la maquiavélica situación que están viviendo estos seres humanos. Lo más imperdonable e inconcebible es el terror en que vive el planeta.
Ahora que llegan las fiestas tradicionales aquí, en los Estados Unidos y en el mundo entero, nos permitimos alzar nuestras voces para decir que las guerras son fría y crueles. Aunque las mismas no son generadas en nuestro país, me pregunto a conciencia ¿Cuántos ciudadanos del mundo carecerán de lo más esencial que es la paz del Universo en estas fiestas? No puedo plantearme esa situación sin pensar en lo difícil que es enfrentarnos a esa devastación mundial, ya que estamos siento obligadas a protestar porque estamos igualmente siendo agredidas por las guerras, no importa de donde resuenen.
En Crónicas 22:18 el Señor dice: El Señor su Dios ha estado con ustedes y les ha dado paz por todas partes, pues él ha puesto bajo mi poder a todos los habitantes del país, y éste ha quedado sometido al Señor y a su pueblo. 
Ahora que vienen, el día de Acción de Gracias, la Navidad y la víspera del Año Nuevo, jamás se me hubiese ocurrido perder ese tiempo de familia teniendo esa preocupación global que nos desamparan a cada una de nosotras. No nos damos cuenta de la seriedad del asunto, pero es verídico y nos afecta, muchachas...
Ahora que viene el tiempo luminoso, el momento de agasajar a la vida y a la familia, -ya que, gracias a la vida, vivimos y sentimos la existencia en su plenitud-. Nos toca unirnos en solidaridad a la desolación mundial que no esperábamos, precisamente en las fiestas de luz.
Dice la Palabra de Dios en Santiago 4:1 lo siguiente: ¿De dónde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? Pues de los malos deseos que siempre están luchando en su interior.
Sin embargo, para no dramatizar demasiado en la situación, debemos continuar llevando una vida plena, un instante de amor y paz y, como siempre, llevando en alto la antorcha de la oración, encendida para rescatar al Universo de las terribles guerras. Eso es lo que están pidiendo los pueblos afectados y las familias, que oren. El mundo está pidiendo oración, esta gritando el fin de las guerras y venga la paz, por favor recen con fervor para que terminen.
A pesar de todo, la idea de la paz y la armonía es la familia, la unión filial que no se debe obviar nunca, debe de continuar especialmente en las fechas señaladas, como la Navidad, y siempre.
A pesar de todo, debemos continuar nuestras vidas con alegría, con fe y con entusiasmo, ya que, en realidad, nada podemos hacer para mejorar la situación mundial, lo único que podemos hacer es orar y demostrar que solo Dios está a cargo, vigilante. 
Le pedimos a Él que nuestras vidas continúen en abundancia, en la paz de Él mismo -que es tan necesaria- para ser mejores seres humanos y poder vivir en la plenitud misericordiosa de Dios. A pesar de todo, la vida continua en ese carrusel que llamamos paz, virtud, armonía, amor y por eso oramos para que sea generalizada en todo su esplendor a todos los habitantes de la tierra. El amor es lo que hace que entendamos todo eso, y que así sea, muchachas…

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