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MUJER NUEVA

Por Noris Capin

Una sonrisa para cada día

Tenemos más de una sonrisa para repartir cada día, quizás no nos demos cuenta de que una sonrisa puede ser esencial para una persona o para muchas. Podemos sonreír, sin que nos cueste mostrar que somos felices, agradecidas por la vida.

¿Cuántos abrazos se abrigan en una sola prenda, en un soplo o en un rezo sin principio ni final? ¿Preferimos no abrir la boca, en un gesto de silencio, donde la sonrisa brilla por su ausencia?

Cuantas veces, amigas, vivimos paradas en las nubes, o en una especie de peñasco imaginario, demasiado duro para sentir el alivio del cuerpo sondear el camino de la gratitud y la amistad. 

Muchas veces nos encontramos frente a un dilema y no sabemos cómo saltar para hallar la paz sin que sintamos miedo o dudas de decidir si es mejor deslizarnos o abruptamente dejarnos caer.

Todo tiene un balance en la vida, a todo le llega su tiempo cuando el tiempo es el único cómplice que nos proporciona la divinidad que deseamos, en el momento preciso, o en un instante abierto a la simplicidad y a la concordancia del propio ser. Quizás o nunca, encontraremos ese sentir lleno de gozo que se percibe cuando todo está en orden.

Pero una sonrisa, no tiene precio, es más valiosa que las monedas que guardamos en nuestros bolsillos, llenos de ansiedades y jerigonzas que no son entendibles a los oídos de la humanidad. 

La sonrisa, que dibuja la boca, no se compra ni se comercializa, ni se distribuye al mejor cliente sino más bien se regala y se dona a los amigos y a las personas que dicen eres su mejor colega, a la familia… 

Con una sonrisa se franquean los caminos, y se detienen las miradas necias, los conflictos se desvanecen al instante o cuando menos se espera. La Palabra de Dios dice en I Juan 5:4 lo siguiente: Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. 

Con una sonrisa se detienen los dolores, por un segundo o por siempre, sin que haya esa sensación del desvarío propio, del viento huracanado que nos zarandea de pies a cabeza, como las hojas secas de las calles llenas de dolor y afectos. 

Una sonrisa encamina una conversación y la hace extensa, plena, holgada, limpia de palabras sin sentido o injertos que avivan la hipocresía y el sarcasmo dados al fallecimiento total de las palabras. Sea así, pues, que el significado puro de una sonrisa es el verdadero espejo del corazón, gesto que nos humaniza frente a los quebrantos internos y externos, que suelen atropellar la belleza del alma y del espíritu. 

La gran novelista norteamericana Pearl Buck, dijo: “Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras esperan la gran felicidad” y eso lo considero cierto, un mundo dicho en pocas palabras llenas de sabiduría.

Pasamos mucho en el tiempo llorando la infelicidad y, la infelicidad, es la seriedad inmunda que distorsiona la sonrisa y los buenos deseos de reír plenamente o a carcajadas durante la vida. 

La sonrisa es un regalo de Dios que no cuesta nada, es sólo extender los labios en un rictus agradable para convertirse en la expresión más dulce y amable que existe. Bendito sea Dios.

No estamos concentradas en realizar la tarea de reír cuando las situaciones no están al alcance de los sueños, amigas, pero hay que tratar de mirar las cosas profundas, las que vienen del alma, las que vienen de Dios. En la escasez, en la inestabilidad, en la pobreza (siendo estas las causantes de la infelicidad) prueben a sonreír, a ver las situaciones desde la esperanza, la fe y la justicia. 

 

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Noris Capin

Así que el volverá a hacerte reír, 

y en tus labios pondrá una radiante 

sonrisa.

Job 8:21

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