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MUJER NUEVA

Por Noris Capin

¡Despierta y anda!

Es importante entender que la vida no es un sueño. Un sueño no es más que una alusión que acumula imágenes, retratos, vivencias y recuerdos atrayendo un cúmulo de personas, situaciones e instantes desconocidos en un ambiente maravilloso o maquiavélico. No lo sabemos.    

Mas es preciso despertar del sueño hondo en que vivimos, de manera que, al vivir de pie frente a la realidad, nos hace estar despiertas y más fuertes de espíritu, de ánimo y energía.

No sabemos cuándo vamos a despertar de esos momentos que filmamos en la mente, la única garantía es que podemos salir del sueño ilesas o aterrorizadas.  Sin embargo, de pronto, nos despertamos sin saber que ha pasado, sin entender que luego de incorporamos de la cama, continuando el día in ningún impedimento, surge, de la nada, un accidente.

Así me sucedió hace un mes, amigas, cuando bajaba las escaleras de mi departamento hacia mi auto, nada menos que para dirigirme a mis clases de ejercicios matinales, cuando, de pronto, tropezó mi tenis contra un peldaño de la escalera lanzándome tres escalones al suelo, aterrizando mi cuerpo sobre el concreto.  

¿Qué paso? -me pregunté ¿Qué estaba sucediendo? luego comencé a respirar profundo, a tratar de calmar el susto, a relajarme, sabiendo que, algo terrible había sucedido. 

La ambulancia me llevó al hospital más cercano y allí me intervinieron quirúrgicamente la muñeca que se había fracturado. No solo eso, también se rompieron cinco de mis costillas. 

En estos momentos estoy en recuperación, ya me quitaron los puntos y la plantilla de metal de mi muñeca.  ¡Qué suerte! ¡Hubiese podido haber sido peor! No quiero ni pensarlo…

Pienso que hay que despertar ahora mismo: sin miedos, sin pavor al presente o aprensión a lo que se está viviendo.  Hay que abrir los ojos para saber que existe el día cubriendo parte del Universo con su manto de luz y de tinieblas, en perfecta armonía, girando en torno nuestro. 

Despertar del sueño eterno de la fantasía arraigada en nuestra propia historia, es despertar al presente lleno de estímulos y planes por realizar.  Despertar es olvidar nuestro rostro afligido, sumido en un desvelo inquietante por no haber sido capaces de entender que la vida es una caja de sorpresas. Porque, al estar dormidas en la plenitud del tiempo, se desvió el cauce vertiginoso del río que huyó temeroso de nuestra propia sombra. Hay que tener fe de que todo es pasajero, que la vida nos pone en esta disyuntiva sorprendente, pero también nos saca del abismo donde hemos caído para saber que todo tiene solución en la vida.

Pero hay que ser positivas, niñas, despertar de ese sueño escaso de ilusiones y planes no forjados por lo que nos ha tocado vivir.  Hay que avivarse pues, después de ese algo que ensombreció nuestros proyectos anidados desde siempre, en la profundidad del alma. Hay que despertar para no idealizar tan sólo en sueños lo que no se hizo realidad, después de una noche en vela: tiempo contemplativo y largo que se convirtió en prisionero de la oscuridad y fugitivo del día.

Debemos que despertar del largo letargo que activó el cansancio y que ahora es parte de una misma, porque nos acostumbramos a la rutina y a no saber distinguir entre la noción del tiempo y la realidad. Tiempo que fue sembrado inconscientemente en los ámbitos cavernosos de nuestra mente y, que, sin darnos cuenta, no entendemos que dormir en la amplitud del tiempo no es recomendable.  

Despertar es tomar consciencia de una misma, es ser presencia en donde haya ausencia de posibilidades para ser abordadas en la plenitud del alba.  Es despertar para recordar que la vida es la cima de todo lo esperado y de todo lo querido, es la cúspide que revive el cantar de todos los tiempos y la víspera del silencio que se habrá de escuchar.

Pero hay que despertar ahora mismo del pertinaz concierto de voces estranguladas en el desierto de nuestras dificultades y renuncias. Despertar es esquivar los miedos que han desequilibrado el conforte de nuestras propias iniciativas y reclamos, para cambiar lo que está dicho y no asentir a lo que se habrá de decir.

No obstante, hay que despertar de ese sueño eterno, rebelde, entrometido e incomprensible que desequilibra el candor y la virtud de la esperanza.  Hay que despertar ahora de la insensibilidad que acosa la impenetrable selva de nuestras inseguridades y ambiciones…Hay que estar atentas y poner los pies sobre la tierra. -Hay que despertar ahora antes de que sea demasiado tarde-.  

Dice la Palabra de Dios: Nadie puede conocer tus planes sino aquél a quien das sabiduría y sobre quien desde el cielo envía Su Santo Espíritu. Sabiduría 9:17

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Noris Capin

Despierta, tú que duermes;
levántate de entre los muertos,
y Cristo te alumbrará.

Efesios 5:14

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