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La fábula 
del loco 
y el mentiroso

Por Carlos Madama Hernández
Buenos Aires, Argentina

Tal vez la disyuntiva haya sido ¿locura o mentira? Y el 55 % de los habitantes de la sufrida República Argentina entendió que dentro de la peligrosidad de ambas, el loco se puede curar, pero el mentiroso nunca deja de mentir. 
“Hoy empieza la reconstrucción y el fin de la decadencia en la Argentina” fueron las primeras palabras del presidente electo Javier Milei ante una concurrencia presencial que no dejó de alentarlo y casi veinte millones de personas que lo siguieron a través de las imágenes de la televisión que se repitieron por todo el país.
Hasta unas horas antes de saber el resultado abrumador y aplastante que determinaron las urnas, las expectativas estaban sujetas en saber si la campaña del miedo que había instaurado el gobierno peronista había causado algún efecto en la mente de los votantes. Falacias catastróficas, mentiras traídas de los pelos, amenazas de consecuencias fatídicas y otras tantas patrañas fueron instaladas por el gobierno más corrupto de todos los tiempos con el único objeto de perjudicar y difamar al candidato libertario y a todos los que lo rodeaban. 
Con un ministro de Economía y candidato oficialista que destrozó todos los cánones posibles y que llevó al país a ostentar la segunda inflación más grande del mundo, con un dólar a más de 1000 pesos argentinos, con una canasta para el hogar  inalcanzable para cualquier familia trabajadora, con sueldos infames, con un costo de vida nunca visto y con pasado lleno de mentiras irrefutables con solo consultar con el generoso Google.
Ahora, a nada de haber perdido las elecciones y de haberse hecho el guapo con plata ajena, abandona el gobierno tomándose una licencia hasta el día donde estarían asumiendo las nuevas autoridades. Cobardía a la enésima potencia al huir y llevándose consigo a todos los funcionarios que él mismo llevó a los onerosos cargos que  están ocupando, dejando la transción de su cartera económica en manos de quién sabe quién, con vencimientos cercanos con el Fondo Monetario Internacional y con el gobierno de China, que nunca presta plata porque si.
Dicen que la única verdad es la realidad y la realidad otra vez puso las cosas en su lugar y premió al loco sobre el mentiroso que usó su papel de ministro como escalera para subirse al poder, pero que no tuvo en cuenta que los escalones se pueden romper y la caída, generalmente, puede ser estrepitosa. Y a este papelón se sumó el actual presidente Alberto Fernández que ni siquiera tuvo la delicadeza de llamar por teléfono a Milei y felicitarlo por el triunfo.
Ahora se vienen días de incertidumbre porque nadie sabe con cuánta basura se va a encontrar el nuevo gobierno debajo de la alfombra.
La diferencia del 11 por ciento entre Milei y Massa, habla a las claras de la necesidad de cambio que necesita la República Argentina y el lema final parece ser “La libertad Avanza, la  corrupción atrasa”

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